En que creemos

La Biblia, compuesta por el Antiguo y Nuevo Testamento, es inspirada por Dios y su palabra infalible para la salvación del hombre (2 Timoteo 3:15-16; Juan 3:16).

Creemos en un único Dios vivo, creador de todo, quien es Espíritu, amoroso, santo, eterno y justo. La Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo- obra en unidad para redimir a la humanidad (Deuteronomio 6:4; Mateo 28:19).

Jesucristo, verdadero Dios y hombre, vivió sin pecado, murió en la cruz, resucitó y ascenderá de nuevo para establecer su Reino (1 Timoteo 3:16; Hechos 1:11).

El Espíritu Santo es una persona divina, quien convence del pecado, habita en los creyentes y los santifica para el ministerio (Juan 16:8-11; Efesios 4:12).

Creemos en el bautismo del Espíritu Santo como una experiencia subsiguiente a la conversión, capacitando para el ministerio y una vida plena (Hechos 1:5; Marcos 1:8).

Los dones espirituales y el fruto del Espíritu Santo capacitan a los creyentes para servir y reflejar el carácter de Cristo (1 Corintios 12:1-11; Gálatas 5:22-23).

El hombre fue creado a imagen de Dios, pero la desobediencia lo separó de Dios, convirtiéndolo en pecador por naturaleza (Génesis 1:26-27; Romanos 5:12).

La salvación es por gracia, obtenida por fe en Jesucristo, liberando del pecado y adoptando como hijos de Dios (Efesios 2:8; Juan 1:12).

Jesucristo instituyó el bautismo en agua y la Santa Cena como ordenanzas para los creyentes (Mateo 28:19-20; 1 Corintios 11:23-26).

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, compuesta por todos los creyentes, comisionada para hacer discípulos en todo el mundo (Efesios 5:23; Mateo 28:18-20).

Dios llama y equipa ministros de su Palabra para la edificación del cuerpo de Cristo, sin jerarquía entre ellos (Efesios 4:11; Hebreos 5:4).

La sanidad divina es un privilegio para los creyentes, obtenido por la fe en los méritos de Cristo (Isaías 53:4-5; Santiago 5:14-16).

Cristo volverá para llevar a su Iglesia antes de la Gran Tribulación, estableciendo su reino milenial (1 Tesalonicenses 1:9-10; Apocalipsis 20:1-7).

Durante el reino milenial, habrá paz y justicia universal, y se cumplirá la salvación de Israel como nación (Apocalipsis 20:1-7; Ezequiel 37:21-22).

Habrá un juicio final donde cada persona será juzgada según la justicia de Cristo, con consecuencias eternas (Apocalipsis 20:11-15; Mateo 25:46).

Dios creará nuevos cielos y una nueva tierra, donde la Iglesia disfrutará de plena comunión con Él (Apocalipsis 21:1,5; 2 Pedro 3:13).